¿ En verdad mi hija es transgénero?
En muchos espacios a nivel nacional donde se trabaja en temas de género, se ha comenzado a instalar el lenguaje inclusivo para referirse a personas y sujetos, el propósito es acompañar desde el lenguaje una visión no binaria del género. De este modo, en vez de utilizar artículos femeninos y masculinos como “las/los”, se maneja la letra “e”. Entonces teniendo en cuenta que este es un espacio propicio para utilizar lenguaje inclusivo, lo apropiado sería comenzar a utilizarlo a continuación; sin embargo, tenemos que considerar que usted es una persona que está recién ingresando y lo que busca son respuestas clarificadoras trasmitidas con un lenguaje simple y directo. Por tanto, este artículo está diseñado para usted.
Hoy en día gracias a los medios de comunicación, la globalización y la mayor visibilización de las minorías sexuales, la temática de niñas, niños y adolescentes trans ya no es totalmente desconocido. Pero naturalmente, cuando esta realidad llega directamente a nuestras familias a través de un pariente directo, aceptar esta vivencia puede ser bastante difícil. Emergen muchas interrogantes y escasos profesionales que den respuesta certera y una atención apropiada a estos menores de edad. Dentro de este proceso inicialmente hay un importante grado de confusión por parte de padres y familia. ¿Qué nos sucederá como familia? ¿Qué debemos hacer? ¿A quiénes debiéramos recurrir? ¿Qué es lo mejor para nuestra hija o hijo?.
Qué ocurre cuando me entero: SHOCK INICIAL
Cada familia es un mundo, por lo que la forma en que cada una de ellas afronte esta realidad es única. Pero sin importar cómo la afronten, se verán enfrentados a desafiar un orden social con el que quizás hasta ese momento no habían tenido que desafiar: La visión Binaria de la sexualidad, la idea de que todos somos por naturaleza hombres o mujeres, masculinos o femeninos, heterosexuales y cisgéneros (Platero, 2014) .
Por lo general hay cuatro grandes fases por las que los padres suelen pasar cuando uno de sus hijos anuncia o demuestra su disconformidad hacia el género asignado.
La primera de ellas es el SHOCK: en ella, los padres podrían experimentarán una gran oleada de emociones tales como tristeza, rabia, decepción, culpa e incluso negación. La gran pregunta será el “por qué le sucede esto a uno de mis hijos” y “qué hicimos mal”. La sorpresa, el miedo o la decepción que supone ser consciente de que él o la menor de edad no es como esperaba o había proyectado. Además, el dolor y pena que supone darse cuenta de que esta personita que tiene delante vivió de alguna forma “oculta” o marginada de sus propias necesidades (Platero, 2014). Es en esta fase donde usualmente los padres buscan ayuda profesional, ya sea a psicólogos, médicos, psiquiatras y buscan información por su cuenta en los medios de comunicación, generándose una búsqueda incesante de respuesta a los millones de interrogantes que surgen diariamente.
FASE DE NEGACIÓN:
En este proceso muchos padres suelen ocupar bastante energía, buscando resolver este supuesto inconveniente. Algo lo pudo haber ocasionado. Nunca dio señales de sentirse diferente, por tanto, algo debe haber sucedido. Es muy pequeña para pensar en cambios, quizá faltó un modelo más femenino por parte de la madre. O podría ser que al interior del establecimiento educacional le hicieron algo. En esta búsqueda de respuestas clarificadoras los padres suelen dejar de lado al menor de edad, ocupando energías en dilucidar que fue lo que origino este supuesto cambio repentino para revertirlo.
FASE DE ASIMILACIÓN:
En la medida que padres y algunos miembros de la familia logran realizar búsqueda en materiales digitales y acceden a Instituciones con profesionales idóneos, en pocas semanas logran asimilar que sólo hay una gran falta de conocimientos y no hay nada que reparar, corregir o sanar en la vivencia que tiene el o la menor de edad que ha manifestado una discordancia entre su identidad y el género asignado al momento de nacimiento.
FASE DE ACEPTACIÓN:
En esta fase, los padres comprenden que esto no será algo pasajero, sino que es una realidad que llegó para quedarse. Y comenzarán a darse cuenta de que efectivamente él o la menor de edad no está pasando por una fase y que incluso, mirando en retrospectiva, existen varios indicios que a la luz de la “revelación”, comienzan a tener sentido. En esta etapa los padres se suelen informar sobre el proceso, podrían buscar grupos de apoyo como Fundaciones y Organizaciones, comienzan a recopilar información de otras personas que ya han pasado por el mismo proceso antes que ellos y se empiezan a hacer la idea del proceso que se viene.
FASE DE ADAPTACIÓN:
Una vez que los padres han asociado y se han informado, comienzan a prestar atención a las necesidades y deseos concretos de la niña, niño o adolescente respecto de cómo quisiera vivir y expresar su género. Se hacen cambios en la vida cotidiana, se adecua el lenguaje de acuerdo con el género con el que se siente identificado él o la menor de edad, se modifican paulatinamente las vestimentas teniendo en cuenta el grupo etéreo, se habla con los familiares y amigos cercanos, se incorpora a esta realidad el Establecimiento Educacional para que esta tome las medidas necesarias y se adecúe a la normativa vigente.
Ninguna de estas fases es rígida. A cada familia le toma su propio tiempo, y las fases se pueden solapar entre sí. EL shock puede ser transversal a todas las fases, y por cada dificultad que aparezca en el camino esta volverá a emerger. Y no en todas las familias participan activamente todos los miembros necesarios para que el o la menor de edad pueda vivir libremente su género. Por lo mismo es altamente recomendable que cada familia busque apoyo en una Organización y ayuda profesional idónea para contar con las herramientas y soporte para llevar lo mejor posible este todo lo que conlleva este proceso.
DERRIBANDO ALGUNOS MITOS:
Existen varios mitos, frases o ideas con las que los padres podrían encontrarse en este camino, viniendo de otras personas o de uno mismo. Generalmente son erradas y tienden a culpabilizar, por lo que es importante tener en claro que no son ciertas. A continuación, mostramos algunas de las más frecuentes:
Es en realidad gay o lesbiana, pero está confundido:
Es importante no confundir lo que es la identidad de género de una niña, niño o adolescente con lo que es la orientación sexual. La primera se refiere a la forma de sentir, la convicción profunda de una persona de pertenecer o no a un determinado género; mientras que la segunda se refiere a la preferencia amorosa y/o sexual de una persona.
Es solo una fase:
Niñas, niños y adolescentes pasan por muchísimas fases en su vida, en donde juegos, preferencias, amistades y hobbies pueden cambiar de tanto en tanto. Sin embargo, cuando se trata de menores de edad trans, se observa una persistencia de esta convicción de pertenecer a otro género durante mucho tiempo, y se expresa en variados contextos como el hogar, la escuela, los juegos, los gustos, etc. (Malpas, 2011). Es decir, que su forma de sentirse perteneciente a otro género se ve expresado en variados contextos de una forma sostenida en el tiempo y no a una edad determinada.
Esto ha ocurrido porque sufrió de abuso sexual en la infancia:
Es un hecho que el abuso sexual puede traer variadas consecuencias en la vida de una persona. Pero pensar que la identidad de alguien es el resultado de un trauma, o debido a la consecuencia de un daño es una creencia errónea. Ser trans no es un síntoma o una consecuencia de algo malo que ocurrió en la vida de alguien. Es simplemente una vivencia que le puede tocar a cualquier persona sin importar sus circunstancias. Cada ser humano es distinto y la variabilidad es lo que nos hace iguales.
Todas las personas trans odian su cuerpo:
SI bien es cierto que, según el DSM-5 (2014), el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales, elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría, la disforia de género estaría caracterizada por el rechazo de la persona a su propio cuerpo, especialmente a los caracteres sexuales propios de cada individuo, no todas las personas trans sienten así. De hecho, existen personas trans que viven plenamente el género con el que se identifican sin necesidad de tomar hormonas o realizarse tratamientos quirúrgicos.
Se trata de una enfermedad o trastorno mental:
Así como la homosexualidad no es considerada oficialmente una enfermedad desde el año 1973, la transexualidad dejó de ser considerada por la comunidad científica/médica, lo que también se oficializó el año 2013. Sin embargo, desde mucho antes ya se reconocía por parte de variadas entidades que las personas trans no eran personas enfermas. Actualmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) la transexualidad también fue quitada de clasificación de enfermedades mentales y pasó a formar parte de las complejidades de la sexualidad.
Es consecuencia de un estilo parental permisivo y poco sano:
Por otro lado, es altamente recomendable pedir ayuda a profesionales calificados en diversidad sexual, para favorecer el bienestar biopsicosocial del hijo/a, así como la toma de decisiones adecuadas conforme a las necesidades particulares de cada adolescente. Para esto, apoyo multidisciplinario de endocrinólogo, psiquiatra, psicólogo, así como organizaciones entendidas en la materia, probablemente entregarán un soporte que ayudará a los padres y al mismo/a adolescente a tomar las mejores decisiones y disminuir riesgos.
¡Sufrirá muchísimo el resto de su vida!:
El miedo de muchísimos padres es que su hija o hijo sufrirá variadas formas de abuso durante su vida; no tendrá una vida feliz y plena como aquella que imaginaron. Sin embargo, es importante recordar que en los últimos años se ha avanzado muchísimo en Chile respecto a temáticas como la tolerancia y respeto a la comunidad LGTBI+, ya hay mayor visibilidad y legislación vigente que los protegen. Por lo que hoy sí es posible (no exento de obstáculos claro está) vivir una vida plena y feliz, donde cada menor de edad pueda gozar de todas las experiencias de vida que cualquier niña, niño y adolescente debiera vivir.
Una persona trans de verdad se da cuenta desde pequeño” o “Un trans de verdad se da cuenta después de los 18 años”:
No existe una edad ideal para que alguien se de cuenta de su identidad de género. Algunas personas viven su transición durante su adultez, mientras que otras lo hacen desde su infancia. Pero incluso aquellos que realizaron su transición durante su adultez, muchos de ellos declaran que desde antes de los 6 años ya sentían algún grado de disconformidad con su género, si bien no tenían palabras para conceptualizar lo que sentían (Malpas, 2011).
Todos los problemas que le aquejan a mi hija o hijo son a causa de su transexualidad:
Es un error pensar que, si su hija e hijo tiene depresión, está decaído, tiene problemas para adaptarse en su escuela o hacer amigos por ejemplo, es a causa de que es trans. Pero recordemos que, si bien esta es una dimensión muy importante, no es la causa de todo. Más allá de eso, su hija o hijo tiene una personalidad, un temperamento, herramientas, cosas positivas y negativas, y ellas pesan igualmente en la vida cotidiana. No hay que sobreestimar la “transexualidad” del menor de edad como factor primordial de algunos problemas, dejando de lado otros posibles factores.
¿Cómo puedo ayudar a mi hija o hijo?:
Uno de los factores protectores más importantes para evitar que los niños, niñas y adolescentes trans sufran de depresión, autolesiones, trastorno de ansiedad y otros trastornos psicológicos es contar con el apoyo familiar (Maureen, 2016). Por lo mismo, ya sea que se trate de su hija, sobrino, amigo, nieta u otro familiar, apoyarlos constituirá un factor clave para su bienestar.
Un 97% de las personas trans reconoció que al interior de las familias la violencia más común es: el cuestionamiento de su identidad. “Debe ser sólo una fase”, “¿cómo me haces esto a mí?”, (…). El 42% se ha sentido ignorado por parte de su familia luego de decirles quiénes son. A un 36% de la población encuestada la han agredido verbalmente” (Casto, 2018)
Por tanto, lo más importante es escuchar. Tener en consideración que cuando decidan compartirlo con ustedes, probablemente el niño, niña o adolescente ya pasó mucho tiempo sopesándolo y está con muchísimo miedo a perder nuestro apoyo y amor. Importante es recalcar a ellos que cuentan con nuestro amor, nuestro apoyo, y que incluso si aun no estamos de acuerdo o no alcanzamos a comprender lo que está ocurriendo, nuestra responsabilidad es apoyar en el camino y contamos con la disposición de aprender.
Otras sugerencias:
Infórmese sobre la realidad trans ya sea leyendo libros, viendo películas, visitando blogs o páginas de apoyo, buscando Organizaciones o Agrupaciones de padres. Busque toda la información que necesite e imprégnese de ella. Lo peor que pueden hacer es permanecer desinformado e invisibilizar la realidad de su hija o hijo desde el desconocimiento.
Aceptación incondicional:
Hágale saber que sin importar lo que suceda, puede contar con su apoyo. Ello no estará exento de discusiones, encuentros y desacuerdos, pero al menos siempre estar dispuesto a entablar el dialogo y mantener los canales de comunicación abiertos.
Elaborar estrategias para desarrollar entornos seguros:
Existen variadas estrategias y medidas que pueden ser desplegadas por parte de la familia para hacer de la transición lo más llevadera posible, adecuándose a la realidad de cada familia (socioeconómica, cultural, religión, etc.). Por ejemplo, hablar con las autoridades y sujetos necesarios en las escuelas, establecimientos de salud o servicios públicos de antemano para evitar errores, establecer límites y reglar para que ya sea el niño, niña o adolescente entienda cómo hacer su transición de forma armónica de acuerdo a su edad y con expectativas realistas, establecer redes de apoyo que ayuden recibiendo sugerencias de aquellos que tienen mas tiempo en este viaje. Rodearse de amigos y gente que comprenda y acepte esta nueva realidad, etc.
Estar atento a signos de aislamiento, depresión, angustia y/o ansiedad:
Puede ser que el menor de edad trans viva en la escuela o en otros establecimientos situaciones y vivencias personales que lo lleven a desarrollar alguna psicopatología. Es importante no entrar en pánico, y buscar el apoyo necesario para afrontar la raíz del problema.
Hacerse una autoevaluación de los propios prejuicios que uno tiene y los sesgos que nos pueden jugar en contra:
Ello implica hacer un esfuerzo por evaluar y recordar dónde y cómo es que aprendí ciertas cosas sobre sexualidad, sobre moral, sobre lo que creíamos correcto e incorrecto, y mantener una mente abierta a cuestionarse las propias ideas en miras de ampliar la perspectiva que uno tiene.
¿Cómo será su futuro? ¿Sufrirá mucho?
Uno de los temores más grandes que las familias nos comentan, es la convicción de que su hija o hijo se enfrentará a una realidad muy dura, a estigmatización, rechazo y sufrirá mucho. Varios autores como Erikson, Piaget, Vygotski y más recientemente Le Breton (2014) caracterizan a la adolescencia como una edad difícil, donde existe una tensión entre la construcción de su propia identidad y la confusión respecto de esta. Se generan nuevas relaciones con el sí mismo y con el mundo, y ello puede traer sufrimiento y confusión (Le Breton, 2014). Si ya es un desafío para los adolescentes cisgénero construir su identidad, para adolescentes trans el desafío podría ser mayor.
Muchos jóvenes LGBTI no pueden imaginar lo que podría ser su vida en la adultez; no logran visualizar un futuro para sí mismos. De acuerdo con estudios y cifras obtenidas en los EEUU, los adolescentes LGBTI que no reciben apoyo por parte de sus familias, son 4 veces más propensos a suicidios que sus pares heterosexuales y la cifra se eleva a 8 veces si existe rechazo familiar. (Dra. Caitlin Ryan. Niños saludables con el apoyo familiar - Año 2009).
Del mismo modo, el estudio de Todo Mejora sobre Clima Escolar realizado en 2016 arrojó que el 76,2% de los y las estudiantes que experimentaron victimización más regular basada en su orientación sexual reportan altos niveles de depresión.
Si bien estas cifras son poco alentadoras, es importante recordar que esta realidad está siendo hace no muchos años visibilizada, y que aun con los pocos años que se lleva desarrollando, se han logrado avances significativos: Tenemos desde diciembre del 2018 la Ley 21.120 que reconoce y da protección al derecho a la identidad de género, el Ministerio de Salud emitió la Circular 21 que reitera las instrucciones para la atención de salud de las personas Trans en la red asistencial, y está la Circular 0768 emitida desde la Superintendencia de Educación que garantiza los derechos de niñas, niños y adolescentes trans en los establecimientos educacionales.
En una encuentra global realizada por el IPSO durante el año 2017, se evaluó cuáles eran las actitudes que la población en general tiene sobre la población transgénero. Este estudio abarcó países de todos los continentes, entre esos Chile. En general, los resultados son alentadores y nos invitan a pensar que de la sociedad está cambiando hacia una mirada más abierta, tolerante y positiva hacia personas trans. Por ejemplo, 80% de los chilenos cree que las personas transgéneros no violan las tradiciones de su cultura, 84% de la gente está de acuerdo con que el Gobierno debería promover más el respeto y prevenir la discriminación a personas transgénero y la mayoría cree que las personas transgénero son valientes (Ipsos Publics Affaires, 2018).
Hoy en día una persona trans que cuenta con el apoyo familiar adecuado, que creció en un nicho tolerante y que gozó del apoyo necesario en el Establecimiento Educacional, puede vivir una infancia y adolescencia normal con todas las experiencias que ello implica. De por sí la adolescencia es un rito de paso que implica cierto sacrificio y es casi inevitable que niñas, niños y adolescentes, carezcan de algún grado de complejidad en estos procesos. Lo importante es convertir esas dificultades y obstáculos en oportunidades para crecer, para salir adelante, para desarrollar herramientas y encontrar soluciones. No solo podrá gozar de una adolescencia normal, sino una época universitaria grata, enamorarse, hacer amigos, estudiar, ser respetado, querido, recrearse, experimentar, crecer y vivir la vida que todos queremos llena de experiencias y oportunidades. La sociedad aun está lejos de ser lo tolerante que quisiéramos, pero es importante permanecer optimistas y confiar que poco a poco se construirá una sociedad mas tolerante y generosa. Después de todo, lo que nos hace a todas las personas iguales es que somos diferentes.
Camila Cánovas, Psicóloga Clínica Juntos Contigo